Invitado: "Basurama", Juan López-Aranguren. 18 de abril de 2012
Con la presencia y
participación de Ángel Luis Fernández, C. Arroyo, F. Espuelas, J.L.
Esteban Penelas, J.M. García de Pablos, J.C. Gª Perrote, F.J. González,
E. Hurtado
Relator: Eva Hurtado
La Sesión del
Seminario se inicia con una presentación que incide sobre la condición de colectivo
del que JLA es uno de los ocho componentes, que no su representante. En formato
mixto profesores-estudiantes, se propone un diálogo distendido a partir del
hilo argumental “Protoenclaves y reciclaje urbano”, que desarrolla el ponente y
que entronca con el recorrido de Medit-Urban:
Un emocionante
audiovisual sobre la intervención de Basurama en Niamey, en Níger, abre la
reflexión de JLA sobre la importancia de los procesos de trabajo como ámbitos
de creación. En el espacio destinado a la quema de residuos del centro cultural
de la comunidad, se trabaja en un proyecto de formación de voluntarios para
construir espacios para los niños a partir del desarrollo de un parque, sin
coste y a partir de la reutilización de materiales de desecho. Generar
autonomía allí donde se interviene es una de las estrategias del Colectivo.
A partir del
título de la Sesión, se interpreta este espacio en África como un protoenclave,
un espacio basura (Junkspace de OMA), no tanto de carácter efímero del usar y
tirar, cuanto del ámbito sin uso, que interpela sobre la reproducción de estos
fenómenos en nuestras ciudades y sobre cómo situarse en la “cara B” que puede
interpretarlos como territorios de oportunidad. El Proyecto como un proceso en
el que se detecta una necesidad que se invierte para aprovechar el potencial
mismo de crear esa necesidad. Se cuestiona así el proceso lineal de la
arquitectura que, a partir de una idea, se ha ocupado de su construcción,
admitiendo el papel del usuario como pasivo destinatario final. La propuesta de
Basurama parte de la convicción de que incorporando al usuario desde el
principio, el resultado final será siempre mejor.
La distancia
entre el profesional arquitecto y la sociedad se explicita recordando cómo
reconoce al arquitecto un buscador como Google, por un lado, o por la presencia
en la redes de fenómenos como “el arquitecto enfurecido”, en el otro extremo.
Frente al tradicional conjunto de artífices de las ciudades: constructores,
políticos y financieros, se impone la regeneración del modelo a partir de la
revisión de lo que entendemos como ciudad y de cuestiones como la posibilidad
de cambiar este modelo entendiendo que es el usuario el que lidera. Desde las
capacidades individuales de los ciudadanos surge un cuestionamiento de la
profesión y de los procesos creativos jerarquizados frente a la suma de
igualdades de entender a los actores como participantes. El empeño en poder
formular un nuevo escenario que no necesite de los tres actores sino que se
pueda apoyar en otros parámetros, forma parte de las inquietudes que Basurama
formula mediante los siguientes símiles: los Supermateriales entendidos como el
recurso local, es decir, cualquier cosa disponible capaz de excitar la
creatividad de los participantes; los Superheroes, que son los habitantes y
usuarios convertidos en individuos con superpoderes para el proyecto de su
localidad: amas de casa, refugiados o colectivos universitarios son algunos de
los que hacen posible este papel; y Superlugares o los espacios que se
transforman en oportunidades interpretados bajo nuevos modos de mirar.
En Líbano, la
ciudad de Beirut a través de otro de los Proyectos de Basurama, permite hablar
de protoenclaves en espacios de conflicto que pasan de ser residuos urbanos a
espacios de recurso.
En Barcelona
se ensaya una actuación que vira el conflicto inicial que producen los skaters,
a asunto clave de la propuesta. En lugar de acotar su presencia, ocultarlos o
recluirlos a áreas urbanas específicas, sabe verlos con otros ojos convirtiendo
a todos en eventuales patinadores. La unión de la velocidad que a través del
dispositivo “ruedas” puede invadir lo cotidiano y se lleva a cabo felizmente
con la ejecución de sencillos híbridos a partir de la utilización de mobiliario
doméstico como mobiliario urbano capaz de permitir al usuario deslizarse por la
ciudad en su propio mueble casero. El experimento se hace posible por la
participación de vecinos, artesanos del mueble, carpinteros y colectivos de
diseño y creación, que colaboran estrechamente y testean con éxito las
posibilidades que generan los materiales espontáneamente disponibles.
En México,
son los constructores de carros que trasladan residuos en el entorno urbano, los
que al trabajar en relación con organizadores de fiestas y eventos, marchan
reivindicando el espacio individual en la ciudad. En este caso el protolugar
surge a partir de la interpelación de la infraestructura urbana que había eliminado
el espacio del peatón.
En el Malecón
de Santo Domingo, las botellas de plástico harán visible el problema urbano que
se acomete desde la creatividad,- nunca desde la culpa-, en una actitud de lo
lúdico que el Colectivo de JLA reivindica y propone como estrategia de
proyecto.
Es Lima donde
el antiguo trazado del tren eléctrico ofrece otra oportunidad para intervenir, porque
la infraestructura obsoleta unida al miedo a ocupar el espacio público que
persiste en la ciudad tras años de terrorismo, ha eliminado la idea de espacio
publico. De nuevo los colaboradores artistas, arquitectos, asociaciones, ONGs, técnicos
y vecinos han convertido la intervención en este espacio basura en una
atracción turística metropolitana de bajo coste, que ha tenido repercusión en
otros lugares de la ciudad. La presencia del niño como máximo exponente de la
necesidad de humanizar los espacios que la ciudad ofrece, recuerda que la
decisión de entender el propio proceso creativo desde sus vertientes lúdicas,
no intelectualizadas, mantiene el debate abierto para quienes quieran
recibirlo.
Revisados
algunos de los Proyectos que explican los valores con los que Basurama se
enfrenta al trabajo, JLA reflexiona acerca de la situación profesional y de
actitudes heredadas frente a las que su praxis se posiciona. Los estudios de
arquitectura que están cerrando dejan al arquitecto como un ser deslugarizado y
traen a la reflexión los conceptos de equipo e individuo, o la cuestión de la
formación y su sentido en la coyuntura político-económica actual. La educación
ajena a la Universidad o la reinvención de la profesión del arquitecto, son temas
de actualidad. Basurama propone el trabajo como un camino personal no
predeterminado, como vía del propio éxito a través de la actitud que genera
preguntas más que respuestas. El formador entonces es aquel que acepta el
cuestionamiento y desconfía de una profesión que ha aceptado unas reglas del
juego ajenas, sin preguntarse al servicio de quien ha puesto sus capacidades,
que ha contribuido al colapso del proceso arquitectónico ante posiciones
acríticas.
Frente a
ello, la arquitectura asociada a valores y sin trampas, quiere reflexionar sobre
su papel de servicio y mediación en la sociedad. La responsabilidad frente a la
culpabilidad como terapia de relación con los agentes participantes en los
procesos en los que participamos.
En la "Noche
en Blanco" madrileña, ponen de manifiesto esta prioridad ofreciendo su
colaboración con la condición de seguir un método de trabajo basado en una actitud
radical de reutilización de materiales y medios, así como de implicación con los
agentes locales. La oposición que estas propuestas pueden provocar suele derivar
de sistemas rutinarios de actuación, más que de cuestiones ideológicas o éticas.
Deshacer conflictos entre los agentes implicados en un proyecto, hará que éste
adquiera realismo y por ello viabilidad.
Juan López
Aranguren va desgranando los valores en los que creen, con sus experiencias en
los diferentes Proyectos en los que se están implicando . El uso de materiales
residuales y técnicas constructivas sencillas con las que cualquiera puede intervenir,
como la intervención a partir del porexpan de los embalajes de material
tecnológico en la Korea altamente tecnificada, es otro ejemplo. La colaboración
con AECID en una política en la que se cuestiona el nuevo colonialismo cultural,
ya no trata de mover artistas y exposiciones, sino que se acepta, con Basurama,
salir de los centros culturales y trabajar con artistas y problemas locales. La
propuesta para La Casa Encendida que acepta la llamada a su puerta y se
posicionen ante algunos proyectos obsoletos; Campo de la Cebada; San Cristóbal
o la autoconstrucción de barrios, son otros casos de características nunca
repetidas.
Basurama defiende
una metodología clara pero muy abierta que permita trabajar en diferentes
entornos y haga realidad que todas las personas, desde los ámbitos más
desarrollados hasta los de mayor escasez, sean exactamente la misma materia de
inspiración cuando se trata de participar en proyectos compartidos, porque las
reglas se crean a partir de las necesidades de todos. Entrar en el trastero y
ver lo que se tira a la basura, transformar la demanda ofreciendo ideas que
educan al cliente para que se entienda a sí mismo y descubra lo que necesita sin
imposiciones, inventar modos de trabajo sin esperar a que llegue un encargo, activar
en los clientes las posibilidades de aquellos ámbitos que han quedado “ a
medias” por los cauces de ejecución convencionales, son algunos de los
registros de este Colectivo que ya ha celebrado su décimo aniversario.
En la segunda
parte de la Sesión se suceden las aportaciones de otros asistentes al Seminario
y van saliendo algunos de los temas tratados junto a otras derivas sugeridas.
Evitar la
intervención en ámbitos de escasez como divertimento de sociedades opulentas
implica actitudes no selectivas respecto de la diversidad de sociedades.
La relación
con otros colectivos afines como ampliación del panorama de activación y
repercusión en la realidad del futuro de estas nuevas actitudes que permite un
reconocimiento en común. La repercusión que las propuestas de Basurama tienen
sobre otros agentes, siempre trata de dar a cada parte lo que demanda, para no
defraudar sus requerimientos y transmitir, como mediadores, a cada uno el
cuestionamiento sobre su propia manera de posicionarse ante la realidad. Unos
proyectos que se ocupan de quien se deja interpelar, incluidos políticos y
clientes.
Eludir la
comodidad y el pensamiento automático, heredado o inconsciente, implica
actitudes revolucionarias y mucho trabajo que no siempre obtiene resultados. La
estimación de 6 proyectos que siguen adelante, frente a 20 que se quedan en el
intento, no hace más que confirmar las condiciones nada novedosas de una
profesión que necesita reinventarse a sí misma, a la vez que asegura que solo
de la reflexión sobre los proyecto fracasados, se obtendrá la energía necesaria
para hacer que otros funcionen. Ser mejor persona para ser un buen profesional,
es el argumento de una propuesta de valores.
La
determinación de acometer periferias urbanas complejas e inmensas como se
recicla un neumático, o un banco urbano, introduce la cuestión de la escala que
no es un indicador que modifique actitudes de intervención. Los vacíos urbanos,
las ciudades dormitorio o el litoral turístico quedan sobre la mesa de la
reflexión y confirman que los cambios constantes en la escala de las
intervenciones permiten pensar mejor. El planeamiento cuesta más porque hay que
poner a más agentes de acuerdo, pero interesa igualmente.
El futuro
profesional de los colectivos, al cabo de los años, como deseables protagonistas
en las grandes decisiones de reciclado para la ciudad, lleva a preguntarse por
el horizonte de mayor alcance al que tendrían que acceder, siempre interiorizando
el concepto. La inserción en un proceso debe construirse desde el propio Colectivo,
ya que si no es así, el argumento aunque sea valioso, se convierte a sí mismo en
un objeto de consumo.
En unos
momentos en los que nuestros estudiantes trabajan con procesos y estrategias, y
no tanto con objetos, el optimismo de un recorrido ya maduro de algunos Grupos
confirma el poder de muchos frente a las estructuras tradicionales. La
estructura universitaria permite siempre “salir fuera de la caja” a pesar de la
rigidez del sistema. La astucia para adaptarse o la osadía para subvertir el
modelo de aprendizaje, existe siempre si se sabe, -y se enseña-, a preguntarse
a uno mismo qué se quiere hacer. No es suficiente que el que quiera salirse de
la norma pueda hacerlo, se trata de que la estructura pedagógica fomente que
todos puedan. Entender lo que uno quiere y confiar en que se puede sacar
adelante es confiar en un sistema educativo que permita aprender a aprender.
El recuerdo
de Aldo van Eyck como actitud del joven que levanta la voz en un Congreso CIAM
para poner de manifiesto un formato diverso para la interpretación del papel
del arquitecto, como referencia y reflexión acerca de la continuidad de la innovación
que nunca surge de la nada, sino que adquiere su auténtica dimensión cuando se apoya
en lo ya hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario